Segundo domingo de Cuaresma

Segundo domingo de Cuaresma

Reflexión sobre las Escrituras

Como cristianos católicos, ¿por qué nos adherimos a un modo de vida contrario al mundo? En las lecturas de hoy se dan las respuestas.

Dios Padre eligió a Abram de entre todos los pueblos de la tierra para que fuera suyo. Abram era un vagabundo que criaba ovejas y viajaba de un lugar a otro con su familia y sus parientes para apacentar el rebaño. Abram no era judío ni sionita. No era diferente de la gente de los desiertos de Oriente Medio. Sin embargo, Dios eligió a Abram para mostrar al mundo el plan de salvación y que la salvación vendría de los judíos.

En Jesús, el plan fue completamente revelado, y la salvación estuvo disponible para todas las personas. Este es el plan al que se refiere Pablo en su Epístola.

El Evangelio es la historia de la Transfiguración. Jesús se mostró en su gloria, la gloria que poseía antes del comienzo del mundo. Sabía que Sus Apóstoles serían puestos a prueba y que necesitaban ser fortificados de que el sacrificio valía la pena. Santiago fue el primer mártir, Pedro colgó cabeza abajo de una cruz porque no era digno de morir como lo había hecho su Maestro, y Juan vivió una larga vida y aunque muchos lo intentaron, murió de forma natural pero soportó mucho.

La Transfiguración para nosotros es la historia del desarrollo espiritual. ¿Por qué renunciar al pecado y creer en el Evangelio? ¿Acaso las cosas que satisfacen los sentidos no nos hacen sentir bien? Abandonamos el pecado y nos esforzamos por tener una relación más estrecha con Dios debido a la promesa de vida eterna y la gloria que nos prometió Jesús. No nos ganamos la promesa ni tenemos derecho a ella. Somos los destinatarios del amor infinito e incondicional de Dios.

No es fácil vivir esta vida. Como dijo una vez mi hijo: “¿Por qué es tan difícil ser bueno?”. Sin embargo, sabemos que un día el sufrimiento en esta vida no será nada comparado con la gloria que nos espera en la eternidad. Nosotros también seremos transformados También nosotros seremos transformados y hechos nuevos, y nuestros cuerpos pecaminosos resucitarán y serán gloriosos como los ángeles del cielo.

Pero la transformación puede tener lugar aquí y ahora. Cada día tenemos la oportunidad de acercarnos más a Dios y cuanto más cerca estamos de Dios, más crecemos en la semejanza de Jesús. En esta relación, somos transformados y nos convertimos en mensajeros de la transformación para la raza humana.

Esforcémonos en esta Cuaresma por servir a todos los que encontremos, para que ellos también, con nosotros, puedan llegar a amar más a Jesús. Esforcémonos por abrazar a Jesús en su sufrimiento durante la Pasión y en la Cruz y unamos nuestros sufrimientos a los suyos por el bien de la salvación del género humano y para construir el Cuerpo de Cristo.

Que el Espíritu Santo nos guíe en nuestro camino.

Diácono Phil