Domingo de la Divina Misericordia

Lecturas del Domingo de la Divina Misericordia

En nuestro país se discute continuamente sobre un gobierno fuerte y centralizado, en el que nuestras necesidades son determinadas por unos pocos para el bien de todos, o un gobierno descentralizado en el que la gente determina sus necesidades por comunidad individual y atiende esas necesidades según su capacidad para hacerlo. En nuestra primera lectura, las primeras comunidades de la Iglesia decidieron que los valores del Evangelio dictaban que se ocuparan de las necesidades de los demás en función de la capacidad de la comunidad para atender a todos.

El escritor de los Hechos describe el funcionamiento de la comunidad diciendo que “no había ningún necesitado entre ellos”. Sin embargo, hay una advertencia. Los Apóstoles proclamaban con fuerza la resurrección de Jesús y vivían de acuerdo con los mandamientos y la creencia en la pasión, muerte y resurrección de Jesús.

Hace varios años, hubo un tiroteo sin sentido de niños en la comunidad Amish alrededor de Lancaster, Pa. Se estableció un fondo para ayudar a los necesitados. La comunidad amish agradeció a los contribuyentes, pero declaró que se preocupaba por los suyos y decidió no aceptar las contribuciones.

¿Qué sucede cuando abandonamos la voluntad del pueblo en favor de la voluntad de unos pocos? Si los pocos son personas temerosas de Dios que profesan a Jesús crucificado y resucitado y viven según los decretos del Evangelio, entonces existe la posibilidad de que el esfuerzo tenga éxito. Sin embargo, nunca podemos descartar el pecado de orgullo que una vez que se les da el poder, los pocos querrán el poder absoluto para determinar todo lo que sucede en nuestro mundo y nuestra sociedad.

El nuevo reinicio o un nuevo orden mundial no son la comunidad cristiana en acción. Por el contrario, es la voluntad de unos pocos que se declaran mejor equipados para decidir por los muchos sus necesidades y cómo satisfacerlas. La voluntad de unos pocos no se basa en los valores del Evangelio, sino que es una

manipulación de la voluntad de la gente para obtener poder y control. El Evangelio es una contradicción con el nuevo restablecimiento y el nuevo orden mundial y se basa en el amor de Dios por su pueblo y en nuestra respuesta de amar a Dios con todo nuestro corazón y de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

No debemos dejarnos manipular por la complacencia y la indiferencia. Debemos permanecer en la única verdad de Jesucristo crucificado y tener una esperanza eterna en la resurrección. De lo contrario, encontraremos que nuestras libertades dadas por Dios nos son arrebatadas como un ladrón que viene en medio de la noche a robar lo que poseemos.

Debemos estar atentos en la oración, invocar la fidelidad de Dios a su pueblo e invocar al Espíritu Santo para que nos guíe en el camino de la justicia. Debemos construir una comunidad que refleje la comunidad de la Trinidad y debemos ser uno en Espíritu y Verdad como la Eucaristía nos llama a ser.

Que Dios continúe bendiciéndolos,

Diácono Phil