4º domingo de Adviento

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Reflexión sobre las Escrituras

Sin embargo, la respuesta de María fue muy humana. El Evangelio nos dice que estaba muy preocupada y necesitaba reflexionar sobre lo que el ángel le dijo. María estaba prometida a José, así que ¿cómo podía tener un hijo fuera del matrimonio? ¿Cuál sería la reacción de José cuando se lo dijeron? ¿Cómo sería aceptado este evento por el Sumo Sacerdote que siguió la ley dada a Moisés y esa misma ley habría sentenciado a María a un futuro incierto y a una posible muerte?

El ángel comprendió la confusión de María y le dijo que su prima Isabel, que estaba pasando sus años de maternidad, estaba embarazada y entonces el ángel le dijo a María que “para nada será imposible para Dios”. En el marco del mensaje del ángel, María se apartó del entendimiento humano y en fe ciega aceptó la voluntad de Dios Padre.

La preparación para la venida del Señor es el fundamento sobre el cual nuestra fidelidad será bendecida con un entendimiento y conocimiento de la voluntad de Dios que excede el entendimiento humano. La preparación nos permite explorar nuestro miedo y probar nuestra fe para que nuestra fe se fortalezca, y podamos aceptar lo divino, que está más allá del entendimiento humano.

Nuestra preparación, que es encontrar a Dios en la oración en el silencio de nuestros corazones, construye una confianza en que Dios está con nosotros como lo estuvo con David y las muchas generaciones de su familia hasta el nacimiento de Jesús. La preparación prepara el terreno para que la semilla, que es la Palabra de Dios, pueda echar raíces y dar mucho fruto. La preparación permite que los milagros sucedan como una parte ordinaria de la existencia humana a aquellos que creen.

Pero la preparación sólo nos lleva hasta cierto punto. Llegaremos a una encrucijada cuando debamos aceptar lo que Dios nos ha comunicado. Debemos reflexionar sobre estas cosas en nuestros corazones y luego en la fe aceptar como María lo hizo cuando dijo: “He aquí la esclava del Señor”. Hágase en mí según tu palabra”.
El fiat de María cambió el mundo para mejor para siempre y permitió al Hijo de Dios asumir nuestra humanidad. Cada día el Señor nos habla, para que nosotros también seamos transformados, como María fue transformada, por su amor y llevar ese amor al mundo. Sólo tenemos que decir que sí.

¿Estamos preparando el terreno para aceptar la semilla de la fe? ¿Le hemos pedido al Señor que nos dé la gracia de aceptar su voluntad, sea cual sea? ¿Estamos listos para ser los instrumentos que lleven al niño Cristo en nuestros corazones, lo acojan con los brazos abiertos y lo compartan con toda la humanidad?

Ven Señor Jesús. Maranatha.

Que el Señor continúe bendiciéndote,

Deacon Phil