Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo

Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo lecturas

Hoy concluimos el año litúrgico. Comenzamos nuestro camino litúrgico en el Adviento, esperando el nacimiento del Señor, a través de su nacimiento, ministerio público, pasión, muerte y resurrección, y su ascensión al cielo. El año litúrgico da testimonio de todo lo que Dios nos reveló a través de su Hijo.

Viviendo en una república, podemos tener dificultades para asociar el término “Rey”. Pero si revisamos la historia europea moderna, encontramos que los reyes y las reinas eran los elegidos para dirigir al pueblo. La diferencia entre los reyes terrenales y Cristo Rey, es que los reyes terrenales gobiernan sobre el pueblo en un mundo material y su poder proviene de Dios, que pueden reconocer o no. Cristo Rey es el ungido de Dios Padre y su autoridad no es concedida sino que existe desde la misma creación del mundo y por toda la eternidad. Y creemos que Cristo regresará un día, no como un niño, sino en su plena gloria y ese día será la finalización de la misión de salvación cuando Jesús tome a todos los que crean para sí mismo.

No tenemos un Rey que haga alarde de su poder y majestad, como hacen los reyes terrenales. Por el contrario, se humilló y tomó nuestra forma humana para ser como nosotros y así poder compartir su divinidad. La imagen de nuestro rey se presenta en el Evangelio cuando Jesús es presentado a Pilato. Pilato determina que Jesús debe sufrir la crucifixión tras ser presionado por los judíos. Nuestro rey sufre la flagelación, los golpes y la muerte en la cruz.

Un rey terrenal se enorgullece de las posesiones terrenales y de la fuerza de sus ejércitos. Cristo, nuestro Rey, no necesita posesiones terrenales, sino que sólo busca habitar en los corazones de su pueblo y llevarlos a la vida eterna. Nuestro Dios elige amar, y Él es amor. Se nos recuerda que no tenemos nada que temer porque no teníamos nada antes de la pasión, muerte y resurrección de Jesús y, a través de su sacrificio, nos dio todo de sí mismo.

Que nuestros corazones, nuestras mentes y nuestras voces se levanten hoy y den honor y gloria a nuestro Señor y estén preparados para recibirlo cuando venga en la gloria.

Que Dios nos siga bendiciendo
Diácono Phil