I Domingo de Cuaresma

I Domingo de Cuaresma Lecturas

Con el cambio de estación, notamos el cambio de aire y nos preparamos adecuadamente. Tendemos a proteger nuestros hogares para el cambio de temperaturas. Buscamos la ropa más cálida o más fresca según la época del año. Leemos las señales y actuamos en consecuencia.

Cuando las estaciones cambian, notamos el cambio en el aire y nos preparamos adecuadamente. Tendemos a proteger nuestros hogares para el cambio de temperaturas. Buscamos la ropa más cálida o más fresca según la época del año. Leemos las señales y actuamos en consecuencia.

La Cuaresma es el tiempo que la Iglesia ha reservado para que nos demos cuenta de los cambios que se han producido en nuestras vidas. Pero los cambios que preocupan a la Iglesia no son los físicos, sino los espirituales.

Se nos enseñó a renunciar a ciertos placeres para poder volver a dirigir nuestro corazón y nuestra mente al Señor. La renuncia sigue siendo un signo de la Cuaresma. Nos abstenemos de comer carne los viernes, sólo hacemos una comida completa al día y renunciamos a nuestra comida favorita. Todas estas acciones son buenas y necesarias para apartar nuestra atención de nosotros mismos y de nuestros cuerpos, para poder concentrarnos en nuestra vida espiritual.

Sin embargo, se nos pide que muramos al pecado, para que seamos partícipes de la vida eterna que ofrece Cristo. El ayuno y la abstinencia nos permiten centrar nuestra atención en nuestras necesidades espirituales. Pero a menudo pensamos que el ayuno y la abstinencia son suficientes. No es así.

Si nuestra vida de oración necesita una revisión, entonces debemos tomarnos el tiempo para comenzar y desarrollar una mejor vida de oración. Si necesitamos ser más caritativos con nuestra familia, amigos, vecinos y conocidos, entonces la Cuaresma es el momento de empezar a comprometernos con las obras de caridad. Si necesitamos perdonar a alguien o pedir perdón, entonces la Cuaresma es el momento de perdonar y ser perdonado.

El ayuno y la abstinencia son como las herramientas que utilizamos en la práctica de un determinado deporte. Si practicamos perfectamente, nuestro rendimiento en el juego mejorará y nos llevará a la victoria. Si practicamos mal, no estaremos preparados para el juego y seguramente seremos derrotados. La Cuaresma es como el entrenamiento de primavera para el béisbol. Hacemos los sacrificios necesarios para estar en la mejor forma espiritual posible. Pero todavía tenemos un juego por delante. El ayuno y la abstinencia sin un plan para mejorar nuestro ser espiritual es un plan inconsistente y que no nos beneficiará en nuestro viaje por la vida.

“Este es el tiempo del cumplimiento. El reino de Dios está cerca. Arrepiéntanse y crean en el evangelio”.

Jesús nos instruye para que nos alejemos del pecado y de sus falsos placeres y para que centremos nuestro corazón, nuestra mente y nuestro espíritu en sentirnos realizados. Nos realizamos transformándonos en la misma semejanza de Jesús y preparando el reino para nuestra entrada y la de toda la raza humana. Que esta Cuaresma sea un punto de inflexión en el que nos volvamos a Dios, no porque tengamos que hacerlo o nos lo digan, sino porque amamos. Que esta Cuaresma sea un viaje de por vida que no termine en seis semanas sino que nos cambie a largo plazo.

Que Dios te siga bendiciendo

Diácono Phil