Domingo de Pentecostés

Lecturas del domingo de Pentecostés

Reflexión sobre la Escritura

En las numerosas lecturas de los Hechos de los Apóstoles, durante el tiempo pascual, se nos dice que estaban reunidos en el aposento alto por miedo a los judíos. Jesús les dijo que se prepararan porque vendría otro que los santificaría en espíritu y en verdad.

Hoy se cumple esa promesa de Jesús. Ya no oiremos hablar de los Apóstoles reunidos en el aposento alto, porque el aposento alto está vacío. Mediante el derramamiento del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, éstos fueron renovados y, cuando salieron del aposento alto, se formó el cuerpo de Cristo, la Iglesia.

El Espíritu Santo es el Señor y el dador de toda vida. Por tanto, si estamos llamados a una vida santa, a una vida en el Espíritu, entonces procederá de la gracia proporcionada por el Espíritu Santo. Pablo nos dice en la segunda lectura de hoy que no podemos profesar que Jesús es el Señor si no es en el Espíritu Santo.

Sin embargo, el mundo ha encontrado la manera de desconectar de la gracia del Espíritu Santo. La humanidad se ha convertido en su propia deidad y se considera igual o mayor que Dios. Sus pensamientos, hechos y acciones son predicados sobre su propio diseño y fomentados dentro de sus mentes. El Espíritu Santo no nos ha dejado abandonados. Sin embargo, a su vez hemos abandonado la necesidad de Dios o la necesidad del Espíritu Santo.

Los dones necesarios para edificar el Cuerpo de Cristo son dispensados por el Espíritu Santo. Los dones no se conceden para ser acumulados o utilizados para un fin solitario de la persona que los recibe. Los dones se distribuyen entre los fieles para la edificación del Cuerpo y para llevar a todas las personas a la salvación en el mismo Espíritu en el que encontramos vida y propósito.

Sólo se necesita una chispa para encender el fuego y, una vez encendida, la chispa se convierte en una llama resplandeciente de brillo para que otros la vean. Estamos en un viaje, y el viaje es sólo por un corto tiempo. ¿Cómo quieres completar el viaje? Escondiéndote en un banco, practicando ser piadoso y santo, o buscando la afirmación de la gente que te diga que eres material de “cielo”. Hoy, al final de la Misa, se te dirá que “salgas glorificando al Señor con tu vida”. Dejad que el Espíritu encienda la chispa en vuestro corazón y salid ardiendo en el resplandor del amor de Dios. No dejaremos esta tierra como siervos quejumbrosos o cuervos de la vida en la cerca. No, nos iremos. Dejaremos esta habitación vacía. Volaremos como un águila. No descansaremos ni nos cansaremos. No nos detendremos hasta que toda la humanidad alcance la plenitud de la salvación. ¿Estáis preparados para la tarea?

Que el Espíritu Santo siga derramando Su gracia sobre ti. Feliz cumpleaños al Cuerpo de Cristo,

Diácono Phil