Cuarto domingo del tiempo ordinario

Cuarto domingo del tiempo ordinario Lecturas bíblicas

Reflexión sobre la Escritura

El Evangelio de hoy nos lleva a la sinagoga de Nazaret, la ciudad natal de Jesús. Proclama que lo que el profeta Isaías anunció sobre el Mesías, se cumplió en su presencia entre ellos. La gente escuchó la proclamación y dijo: ¿No es un hombre corriente, un carpintero, el hijo de José? Jesús les reprochó su falta de fe y la incapacidad de la gente para aceptarle.

¿A quién acepta Jesús?

Las Escrituras nos dicen que a la persona de corazón humilde y contrito. La humildad es el don de la gracia para aceptarnos como somos, pecadores, y para aceptar a Dios como es, nuestro Redentor y Creador benevolente lleno de comprensión y misericordia.

Un corazón contrito es una persona que no se interpone en el camino de la obra redentora de Dios y permite que el Espíritu Santo conforme libremente su voluntad a la voluntad de Dios y crezca en santidad y en la misma semejanza de Jesús.

A las personas que tenían estas cualidades se refiere Jesús en el Evangelio. Jesús se refiere a una pobre viuda de Sidón, gentil, y a Naamán, sirio y gentil. Habló al pueblo judío y les dijo que su fe no era lo suficientemente fuerte como la fe que Dios encontró en los gentiles antes mencionados. Al pueblo judío, que había esperado miles de años al Mesías, se le dice que su fe no es lo suficientemente fuerte. En nuestra tradición católica, somos bautizados, confirmados y participamos en la Eucaristía, y con demasiada frecuencia continuamos siguiendo los rituales y nos quedamos estancados en términos de crecimiento y desarrollo en nuestra vida espiritual.

crecimiento y desarrollo de nuestra vida espiritual. Tal vez necesitemos mirarnos a nosotros mismos y pedir la gracia de reconocer las áreas en las que necesitamos crecer y la gracia de querer crecer.

¿Es fuerte nuestra fe? ¿Es lo suficientemente fuerte como para depositar nuestra confianza en Dios? Si no podemos poner nuestra fe en Dios, ¿entonces en quién ponemos nuestra fe?

Santa Teresita, en Historia de un alma, describe su relación con Dios como si ella fuera un lienzo en blanco y Dios fuera el pintor que acaricia su pincel con ternura y hace una nueva creación en aquellos que aceptan su gracia. El abandono de Santa Teresa como hija de Dios le permitió crecer en santidad y dar gloria a Dios con su fe y sus obras. ¿Estamos dispuestos a hacer lo mismo?

Que Dios nos siga mirando con gracia y nos lleve a una relación más estrecha con Él.

Diácono Phil