Decimoséptimo domingo del tiempo ordinario
Cuando participamos en la celebración eucarística, permitimos que Jesús, en cuerpo, alma y divinidad, entre en el cuerpo, la mente y el espíritu.
Cuando participamos en la celebración eucarística, permitimos que Jesús, en cuerpo, alma y divinidad, entre en el cuerpo, la mente y el espíritu.
Por eso, es un buen momento para reflexionar sobre qué hace exactamente un pastor y quiénes son.
Hoy en día existe una crisis en la Iglesia.
Cada uno de nosotros tiene un sólido fundamento de fe construido sobre la fe de los apóstoles y fortificado por la gracia sacramental.
Nadie tiene mayor amor que éste dar la vida por los amigos.
Somos una iglesia misionera y aunque nos reunimos cada semana para proclamar nuestra unidad en el Señor, nuestra misión no puede terminar a las puertas de la Iglesia.
Debemos construir una comunidad que refleje la comunidad de la Trinidad y debemos ser uno en Espíritu y Verdad como la Eucaristía nos llama a ser.
"Este es el día que el Señor ha hecho, alegrémonos y gocemos de él".
Estamos llamados a participar activamente en este gran misterio de amor cuando nuestro Creador, que nos amó a cada uno de nosotros hasta la existencia, sufrió la muerte en una cruz para unirse a nosotros para siempre.
Estamos llamados a ser Jesús como Él lavó los pies de sus apóstoles y nos llamó a hacer lo mismo.